jueves, 17 de julio de 2008

desenvainando las espadas del texto

En un taller de escritura al que concurro, popular y municipal, con personas muy heterogéneas entre si, me sorprendo al toparme con ciertas aristas del proceso creativo, que tienen que ver con lo humano y sensitivo. A través de la observación y la praxis, la comprensión de como la escritura (y toda manifestación artística) es un proceso complejo, q produce movilizaciones de sentimientos (de los buenos y de los otros), q son exorcizados con mucho esfuerzo, en una suerte de practica en la q puede trazarse un paralelismo con la idea de trascender (y coquetear con la "idea" de Dios).

Primero, experimentado en carne propia: en un momento sentimental y anímicamente difícil, en uno de los escritos realizados a pedido, sentí desnudarme, que dejaba parte de mí, y leerlo ante mis compañeros no fue fácil. Muchos me dijeron que era algo hermoso, pero que se sentía, ahí, en las letras impresas, cierto dolor.

Ayer lo volví a sentir pero expresado en otra persona. Ramuel Otemo, un buen hombre, un señor de familia como los de antes (en el buen sentido…), nos había hablado de un tema remitido a sus primeros amores no resueltos de su juventud. Y no podía escribir sobre ello, le traía demasiado pasado, demasiados sentimientos no resueltos… Como decía, finalmente ayer pudo. En una suerte de obra conceptual en 3 partes, pudo literalizar en una historia no espejo, metafóricamente, simbólicamente (después de todo, si pinto un perro no tengo una obra, tengo 2 perros) todo lo que tenia guardado. No pudo leerlo todo, le pidió a una compañera, que tiene una voz angelical, que lo lea. El buen hombre, movilizado, no pudo ocultar las lágrimas en los ojos mientras escuchaba su obra (y alma) plasmados en papel. Todos coincidimos en lo buenísimo del texto, primero, y del gran logro, después. El logro de haber saltado esa barrera dificultosa, la barrera de la propia alma, para inmiscuirse dentro de sus recovecos más dañinos y prohibidos, bañarse en ese lodo de traumas y mujeres ausentes, para terminar realizando un texto del carajo.

Bien por el.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Son las maravillosas oportunidades que da un taller, una escuela, un espacio público, donde el Estado cumple su función: dar oportunidades al hombre profundo que se esconde en todos y cada uno de los seres que caminan por el orbe.
Bella crónica, Karttman.

Leonardo Ojeda dijo...

Pareciera q estamos en tiempos en q menos Estado es mejor, no?
Gracias, eme..

Anónimo dijo...

Cuanto menos Estado haya, más lo pagarán los pobres. Pero no parece importarles demasiado a los intelectualoides de clase media que se pusieron del lado de la derecha con sus análisis vacuos, viendo si quedaban peronistas o no. ( qué bajeza! qué antiguedad! hay gente que sigue pensando en el peronismo, como si existiera!)
por suerte hay otros.
Como Gruner, que viene de la izquierda, como Gak, que viene del radicalismo. Hombres de ideas.
Los hay.
Son como 300.