martes, 2 de junio de 2009

kumbia


“Esta es la cumbia zombie / la cumbia de los muertos vivientes / La bailan en Chacarita / La baila toda la gente”, cantaba en ritmo tropical-punk una robusta chica con acento mexicano el viernes por la noche en el escenario de un teatro ubicado a diez minutos de Cabildo y Juramento, en el corazón de Villa Urquiza, plena Capital Federal. ¿Cumbia fuera de los reductos del conurbano? ¿En un teatro capitalino? ¿Grupo de chicas tropi-punk? ¿Cómo, cuándo, dónde?

El viernes pasado, a las nueve de la noche se presentaron en el Teatro 25 de Mayo las “Kumbia Queers” en el marco del “Ciclo Nuevo”, que hace cinco años le da espacio a bandas emergentes y alternativas. En un ámbito poco usual para esta propuesta, seis chicas provenientes del punk y de ritmos alternativos, hermanadas bajo el propósito de conjugar un estilo de cumbia y “tropi-punk” a sus canciones, tocaron cerca de dos horas a sala llena.

Desde temprano los jóvenes seguidores del grupo de chicas cumbieras y punks, más acostumbrados a horarios de trasnoche, se mezclaban en la vereda del escenario con los vecinos del barrio de Villa Urquiza, con niños y familias. “Acá se ve un cruce de la ciudad con el barrio, por lo general hay una tendencia de gente joven. No suele ser tan así, a menudo vienen muchas familias y gente grande los días domingos, lo de hoy no es muy frecuente, el cruce generacional” observó Alejandro Casavalle, el nuevo director artístico del teatro conocido como el Petit Colón de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo pasado.

Veinte años tuvieron que pasar para que los ritmos tropicales vuelvan al teatro que en su época de menor brillo, la década del ´80, le abrió sus puertas a la bailanta. Luego de ser recuperada por los vecinos hace dos años, el teatro vive hoy una nueva etapa. ¿Y la cumbia? “Nos encanta que venga gente joven, que toque gente nueva, es un orgullo para el barrio, no importa que sea cumbia, rock, lo que sea”, contaba una vecina luego de esquivar a las chicas con chupines y remeras de punk, que esperaban expectantes el concierto.

A medida que transcurrió el show en la gran sala principal del Teatro 25 de Mayo, las cómodas butacas fueron abandonadas por un público totalmente dispuesto a bailar al ritmo de las Kumbia Queers. En los asientos, pasillos, en las plateas, en los alrededores del escenario, pocos se resistieron al ritmo del “tropi-punk” y el Petit Colón de Buenos Aires mutó a disco tropical bailable. La pomposidad y elegancia de un teatro que supo albergar a Gardel no parecía producir un desfasaje en la recepción de los ritmos tropicales, más habituales a ser bailados en boliches del conurbano que en ciclos municipales y aptos para todo público. Si de “mover la patita” se trataba, los vecinos del barrio, familias, niños y los jóvenes seguidores de la banda bailaron y oyeron como desfilaron canciones como “Cumbia dark”, “La chica del calendario” y “La Cumbia Zombie” en esta curiosa mezcla de géneros.

“Que bueno que vengan familias y bailen, de tocar a esta hora más familiar”, expresaba Ali Gua Gua, la voz cantante de las Kumbia, al notar la cantidad de niños que bailaban en sus asientos las letras juguetonas de esa música tropical y distorsionada. Ella, vecina del barrio de Urquiza y fanática de la cumbia villera de Pablo Lescano, no lo habrá visto ni en sus años en México. Y las cinco chicas restantes, la mayoría provenientes del punk, menos. Con una pantalla de fondo en la que desfilaban motivos gráficos cercanos a la cumbia experimental, la presentación concluyo con un teatro bailando y coreando los versos del hit “La isla con chicas”. Mezcla y provocación en una noche en Villa Urquiza.

“Estamos muy contentas porque pudieron venir vecinos del barrio, nunca tocamos tan temprano, no estamos acostumbradas a tocar en lugares como este donde se escuche tan bien, siempre tocamos en lugares mas onda boliches y muy tarde”, declaró muy contenta y agitada Patricia Arrese, guitarrista del grupo, mientras saludaba a familiares que nunca la habían podido ver tocar. ¿Una suerte de legitimación simbólica para el género “bastardo” de la música popular? Patricia no siente eso: lo suyo es mezclar y provocar. “Nosotras mezclamos, experimentamos, y estamos felices con esta mezcla de público en un lugar no tan céntrico, más barrial, además de que esta buenísimo tocar en un teatro con la historia que tiene este, de la lucha de los vecinos por recuperarlo”.

Al finalizar, en el hall del teatro una niña de doce años con un pin con la inscripción de “El aborto ilegal asesina mi libertad” pudo saludar a la amable frontman mexicana Ali Gua Gua. “Esta buenísimo el nuevo ciclo del teatro, fue una oportunidad bien grande para las bandas, que toquen con buen equipo, a un precio accesible para el público… como que se conjuga todo”, expresaba la cantante mientras recibía saludos del público que salía y prometía volver a verlas. “Para nosotras es importante poder tocar en todo tipo de lugares, no es lo mismo que en una fiesta, es como un escenario distinto y lo tratamos con mucho respeto”.

En el escenario donde tocó Gardel, y con los avatares de la historia que sufrió hasta llegar a la recuperación por parte de los vecinos, la cumbia volvió y fue reina. A mover la patita.

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